domingo, 21 de mayo de 2017

EL ARTE NO TIENE DISCAPACIDAD



Reinaldo Cedeño Pineda

En la sala de mi casa siempre hubo un espejo. Como premio al visitante le devolvía su propia imagen. Hay personas que son como espejos, en sus vidas uno debería mirarse.

   Hace algún tiempo asistí a una gala de la Asociación de Limitados Físicos Motores (ACLIFIM). En mi vida como periodista ha sido una de las acciones que más me ha impresionado. Vuelvo a ella , una y otra vez, cuando me faltan fuerzas.

   Recuerdo una pareja de baile formada por una dama a la que le faltaba un brazo y un caballero al que le faltaba una pierna; pero eso no mermaba su alegría un ápice. Cuando bailaban el aire se estremecìa, en ello les iba la vida.

   He visto actores, cantantes , deportistas, profesionales, gente en sillas de ruedas que no se rinden. A unos, la vida los trajo diferente; a otros, un accidente los puso a prueba. Tampoco se me olvida  aquella velada con Frank Emilio Flynn, el as del teclado, aun cuando le  faltaba la visión . Son ejemplos que quieren abarcar a muchos.

  No podré dejar de mencionar a Lucía Dalis Mustelier Ramos, locutora  y directora de programas de Radio Siboney. Pese a la enorme desviació de su columna , a sus brazos pequeños. Era una artista de excelencia. Era una brizna de hierba, un soplo apenas; pero volvía gigante lo que tocaba.


EL GIGANTE DE LAS TABLAS

   Quiero detenerme en Kennys Lindsay Reyes, a quien todos conocen como “El gigante de las tablas”.  Mide solo 1,33 y me ha confesado que… unos pocos centímetros pueden hacer  La diferencia. Puedes verlo como un maestro,  reparando una computadora o disfrutarlo vestido de payaso, haciendo las delicias de los niños en la Companía Variedades Santiago, o fuera de ella. 




Él tiene mil proyectos en su cabeza.

   La Casa de Extensión Cultural Aurora Ochoa Romaguera en Cayo Granma (otrora Cayo Smith), en la misma bahía de Santiago de Cuba, cuenta con este pequeño gigante entre sus animadores más fervientes.

   Él cree y te hace creer.  Él  te levanta.  Merecería una oda su valentía, su andar sin complejos, su amistad, su talento. Porque en la vida, no importan tanto los molinos de viento, sino la cabalgadura.

El Arte no tiene discapacidad.

(Sección “Pensar la Cultura”. Radio Rebelde, Martes. Revista cultural ASÍ)  

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